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Mi primer mes de EVS

Se va cumpliendo un mes desde que llegué a Savona ese 29 de marzo de 2018 a las tantas de la noche. Aún considero que me estoy adaptando ya que de momento no hablo el idioma, aún no he asimilado las rutinas de aquí y el proyecto tiene muchas sorpresas guardadas para mí.

Mis primeros días en esta hermosa ciudad del norte de Italia fueron una mezcla de descubrimiento y asombro, cacao de información, extrañeza, aburrimiento, preparación, ilusión, expectación… Mi compañero Alexis y yo llegamos en plena semana santa por lo que teníamos varios días antes de comenzar nuestra actividad en los servicios correspondientes de progetto città (proyecto ciudad en castellano). Al día siguiente de llegar, tuvimos la primera reunión con la coordinadora para que nos contara, a grandes rasgos, cómo iban a ser nuestros primeros días y nuestra aventura dentro del servicio de voluntariado europeo, ya que la noche anterior no estábamos como para tener una reunión decente. Nos contó en inglés multitud de cosas de las cuales debía de estar muy pendiente para enterarme, realizamos varios papeleos, lectura de contratos, de normas y deberes durante la convivencia en el apartamento, etc. Esa misma tarde fuimos a la estación a recoger a nuestro compañero húngaro, Zalán, del cual no estábamos seguros si llegaba a la hora prevista (y dada nuestra experiencia del

día anterior con los trenes italianos…). Pero llegó. Llegó a la hora prevista y le recibimos con un abrazo que no fue grabado como el nuestro pero que fue igual de intenso. Llegaba como nosotros, algo aturdido y con la barrera lingüística de la cual el oído ha de hacerse poco a poco. De nuevo reunión con él para que tuviera toda la información y yo poniendo la oreja por si no me había enterado bien de algo.

Disponíamos de un fin de semana y un lunes de pascua para conocer la ciudad, conocernos y esas cosas. Esos días venían muy bien para conocer el barrio, la ciudad, donde están las tiendas para hacer la compra… Y ahí que me aventuré a hacer las primeras compras en un supermercado y en una frutería. Llevaba la lista echa en italiano por si acaso y al ser un super solo tenía que hablar al pagar y poca cosa. El primer despiste fue que me decían que pusiera la compra en un lugar del cajero y me enteré gracias a las señas. Otro día pregunté por las tortitas de arroz (esas tan saludables jajaja) y recuerdo que gracias al traductor o a yoquesé pregunté por las “tarta de arroz” jajajaja. En la frutería la primera conversación venía porque debía de saber si yo me servía la fruta o me la daban ellas y creo que gracias a las señas nos entendimos. Los alimentos se los decía en un intento de italiano o en inglés, aunque algunas no las sabía, y sino acertaba le preguntaba: “come se dice?”. Ese fin de semana dio tiempo de ir a comprar, limpiar la casa, ver la tele, probar distintos aparatos de la cocina, charlar...

Ese sábado fue nuestra primera salida nocturna, fuimos a un concierto de reagge al raindogs club en el que íbamos a conocer a dos chicas amigas de una amiga de nuestra organización. Cuando vamos a entrar nos dicen que está lleno. Se nos queda cara de pasmados porque éramos muy novatos y me resultaba extraño, pero sí, nos dijeron que la sala es muy pequeña. Así que nos dirigimos a la zona de fiesta para tomar algo, ya que habíamos salido…

Ese sábado era la “pasqueta” y nos habían invitado al campo, a una barbacoa con gente joven de la región. Compramos verduras, algo de carne y bebidas (he conocido un refresco típico de aquí llamado chinotto). Fue una velada magnífica ya que pudimos conocer a gente joven, pasar un día en el campo, comer, beber, jugar y divertirnos en general. Lo malo fue el tiempo que no acompañaba.

Al día siguiente comenzábamos con la actividad y es que esa semana la dedicamos al papeleo y al inicio de clases de italiano. Nos tuvimos que hacer un número de la seguridad social o algo parecido, la tarjeta bancaria, las fotocopias de la documentación, etc, etc. Y fuimos a conocer donde estaban nuestras escuelas de italiano (asistimos a dos diferentes), el médico, los supers, la oficina, etc. Una semana más tarde llegó nuestro compañero portugués, Helton, un chico joven y muy alegre a quien acogimos bastante bien. Nos entendemos hablando en “itagnol” o “portugnol”.

Una vez los cuatro en Savona e iniciado los trámites comenzamos la rutina. Cuatro clases de italiano a la semana en dos escuelas distintas con tres profesoras diferentes. Todas las tardes asisto junto a mi compañero Helton a la ludoteca de Vado Ligure “Il cappellaio matto”, excepto los martes que es nuestra reunión de coordinación del proyecto. Y a veces asistimos a encuentros con jóvenes de la zona, a actividades artísticas o simplemente disfrutamos de nuestro tiempo libre.

En la ludoteca me encuentro super cómodo, me tratan muy bien y me gusta muchos de sus planteamientos. Es un espacio muy amplio y diverso, tiene una sala enorme con sillas y mesas para usos múltiples como son sesiones de cine, una sala de juego simbólico, dos salas de juegos (una adaptada a peques y otra para más mayores), una sala de lectura donde además hacen teatro, una sala de manualidades, otra de trabajo con la madera y otra que aún no he descubierto para qué es, pero la usan para música o es donde está el futbolín y la mesa de ping pong. Además, tienen un patio enorme con varios espacios ya que realmente es un colegio y la planta baja es para la ludoteca. Esta ludoteca se sitúa en la localidad de Vado Ligure que es la más próxima a Savona, a unos 15 minutos del centro de la ciudad.

Hay unas seis educadoras trabajando además de alguna persona voluntaria, de educadoras que acompañan a personas con diversidad funcional o necesidades diversas, y por supuesto unas 60 o 70 criaturas dispuestas a darlo todo en esa tarde. De 13:00 a 14:00 comen y después tienen ludoteca hasta las 18:30. Hasta las 15:30 suele haber juego libre y después se proponen talleres. A partir de las 16:30 el grupo disminuye bastante y la mayoría regresa con sus familias y nos quedamos unas 20 o 30 personas (o a veces menos según el día). Además, los martes y viernes hay grupo de adolescentes de 17:00 a 19:00.

Todas las niñas y niños nos han integrado muy bien, nos hacen partícipes de sus juegos (o no, según les apetezca), nos piden juegos (“vamos a jugar a un juego español…), les pido jugar y suelen decir que si (salvo excepciones muy divertidas y respetadas en las que me dicen que no jejeje, me encanta). Ya haré otra entrada sobre qué hacemos con más detalle en la ludoteca o las diferencias y similitudes de juegos italianos y españoles.

De momento muy buena experiencia la del SVE y seguro que sigue siendo así. Ahora empiezo a proponer cositas como malabares, teatro, laboratorios artísticos… ya os iré contando. Y ahora somos cinco ya que este 7 de mayo llegó nuestro compañero Nicolás de Córdoba (el otro español) así que le vamos a integrar en la movida savonesa del SVE.

Salud.

Quercus.

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